#ElPerúQueQueremos

Zanjón

Publicado: 2010-04-13

Hay taxistas que tienen una neurona para la Vía Expresa y la otra para Javier Prado, ésta última cada vez más un no-lugar, como se les dice. A la peor hora, como en un tema para Animal Planet, a la hora precisa en que todos los demás taxis y las siempre iguales entre sí 4 x 4 = 16 deciden entrar en simultáneo al zanjón , se puede levantar la vista y encontrarse en un colesterol de carrocerías que atoran la pista y empiezan a hacer piruetas tipo avanzar por las zonas auxiliares y tratar de alcanzar las salidas siempre tapadas hacia la ciudad de arriba. Lo mismo que en la Costa Verde, todos van “más rápido” haciendo una cola de algunos kilómetros.

“ Qué gran obra hizo el doctor Bedoya” era la frase de los taxistas que trataban de permanecer en la clase media a comienzos de los 90 antes de Clae. Como insinuando vote por él y el Perú será una gran vía rápida. Bedoya se bajó el tranvía en vez de potenciarlo y modernizarlo. Actuó como cualquier alcalde que “relanza” los espacios públicos quién sabe hacia adónde. Así los carros tendrían una de las primeras vías rápidas dentro de la ciudad. Se echó abajo un sistema lógico de transporte colectivo, que iba a Chorrillos, al Callao, a Magdalena. Imaginemos la ciudad hoy si se hubiera acompañado la modernización del tranvía de la manera que ocurrió en ciudades europeas. Nunca se implementaron vías de trolleybus, que implicaban ahorro de combustible al usarse energía eléctrica.

No habría sido raro que algún lobby de vendedores de carros hubiera presionado por la desaparición del tranvía. Despues de todo (cherchez el afane) constituyen un grupo de presión poderoso en los Estados Unidos, hasta hace poco intocables, usando congresistas casi vitalicios en las comisiones de transporte y fiscalización del sector. Y en el Perú todo eso es más regalado.

El mismo esfuerzo y recursos destinados a hacer el zanjón hubiera podido dar inicio a un sistema de transporte masivo subterráneo, un metro, como en Santiago, Sao Paulo, Rio de Janeiro, Buenos Aires y ciudades colombianas. Desde el negocio automovilístico de los años 60 hasta la importación liberada de chatarra con ruedas durante el fujimorismo como sistema de gobierno, pasando por el deliberado sabotaje de las condiciones de transporte público, parece ahora imposible remontar todo lo perdido en la vida citadina. No es un problema de peatones-estorbo versus automovilistas apurados hacia ningún lugar, se trata de la vida en la ciudad para todos y cada uno. A esta alturas empiezan a surgir esquinas diseñadas en diagonal para que el carro doble con menos esfuerzo de timón y el de a pie retroceda una vez más en toda la línea.


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